A veces nos llegan colaboraciones espontáneas, y es algo que en penúltiMa nos gusta mucho, porque significa que este espacio es sentido como algo abierto y propio por parte de sus lectores. En este caso, además, se trata de un poema surgido dentro de una estética ambiciosa, que pretende estrechar lazos entre el pensamiento lírico y el filosófico, que nos ha llegado, sorpresivamente, desde tierras neerlandesas. Aquí está el poema de Samuel Witteveen Gómez para los lectores de la revista.
la esencia es un periplo que no hace más que partir
una abigarrada laguna de aguas centrífugas sin centro
el arrullo de los grillos y el miedo a la oscuridad
la insondabilidad de los espejos en el marsupio
es la llegada saltarina de una vieja buena amiga
que vas a abrazar efusivamente y te empuja y te troncha el brazo
y resulta ser una patrulla antiinmigración
la inutilidad ay del cortaúñas a la hora de quebrar el coco
que es el primer y único plato del día
los galeotes que se contentan diciendo que dejarán de bogar cuando ellos quieran
pero no se ponen de acuerdo y circunnavegan los canales
mientras arriban más y más turistas que esperan su turno en fila
la esencia es un dúo muy amable con quien conversar
pero que a la hora de hacer censo siempre sale impar
el son larguísimo del sonajero de judías pintas
y el coleccionista que pega tripis en su álbum filatélico
la deconstrucción de mi ventana sin vistas
la mamá que nos dio a luz en el mes de mayo de su primera comunión
cómo considerar la perdiz disecada sin aludir a los perdigones
cómo tratar la naturaleza del aro sin respetar el silencio de su hueco
si los artistas han de ser guapos y melancólicos,
qué hacer con esta joroba y con esta risa?
la en verga dura del genio y la vocación deja a la chavalada de manos vacías
abarca tan solo la condena de un acantilado
y la memoria endulzada de nuestras nochecitas de Ramadán
la esencia diría yo como dijeron otros se encuentra al nivel del fuego
en cuanto que implacable promesa
en cuanto que
Samuel Witteveen Gómez (Madrid, 1995). Ha realizado los estudios de filosofía en Ámsterdam, ciudad en la que reside. Publicó ínfimo compendio de las vicisitudes de Fulgencio Caído en formato zine y trabaja en la recopilación de relatos que lleva por título El sol y la policía.
La imagen que ilustra el poema es obra del fotógrafo extremo Carsten Peter, cuyo trabajo puede ser conocido a fondo en su página web: http://www.carstenpeter.com/
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