John Petrizzelli viaja mucho, en su libro más reciente, El conjuro de los cardos, reúne dos pasiones: el viaje y la fotografía. Publicado en España por Kalathos ediciones, reúne textos breves de prosa poética con fotografías que el autor tomó en lugares de Canadá, Filipinas, Haití, Marruecos, Nueva Zelanda, Santo Tomé, Somalia y Venezuela, entre otros. Aquí ofrecemos una muestra somera del libro y les recordamos que está ya en las librerías para los que quieran adentrarse en él.

 

Una página

Antes una página del África, antes del zodíaco, antes del número, antes del antes. Carbón y colinas, lo inmediato. Acto Popular, mocasines y medias blancas, pies para la noche en su disfraz favorito.

El ave de viernes y sábados desciende puntual sobre mí en la ducha esta tarde. ¿Qué hacer? Ángel con mensaje, el de la resurrección de la carne. Escucho atento; la humedad de los rincones se hace liquen en la hermosa boca del arcángel. El lienzo, baño de hotel sobre el altiplano africano, manchas rojas en el techo de la pequeña habitación, corredores de humo. El águila, empresario en espejos, su imagen emulsionada sobre el azogue, coágulo al reflejo, muere danzando mientras escupe en un vegetal y azulado inglés el llamado de un cielo caja de música. El evangelio, musgo sobre las baldosas húmedas, tendrá que esperar lector apropiado.

La tarde me deja libre después del agua y el jabón. Solo un pormenor para esta noche, el entierro del ángel lejos de lo inmediato. Funeral dentro de un sueño interrumpido por la intrépida pulga y por la elocuencia de la cama. Pesadilla de tugurio, por cuanto el águila, al olvido de su cadáver, borra por siempre de la arena las reglas del juego para la medula obstinada en sobrevivir, en multiplicarse.

Despierta la mañana sin señales ni abanicos. No se podrán leer en la brasa del carbón más noticias sobre mi cuerpo. Aparecen las colinas, el sigiloso paso de bestias peligrosas, difíciles de reconocer en la distancia, la hora del desayuno.

Tranquilidad de las entrañas, las moléculas imitan al pavo real. Las glándulas descansan bajo tierra como la mandioca, tubérculo al servicio exclusivo de la robustez de su almidón.

 

 

El Santo

La meseta de las voces ásperas y las llagas abiertas del Santo como bandera recibieron indiferentes a la diáspora, mareada por el oleaje. El Santo, nazareno por un día, porque también cargó su cruz, recibió el barco cargado de trópico náufrago manchado de sangres y afrentas. En ese altiplano de peñascos y cabras, descendimos para respirar las libertades del viento cortante, olvidando los ojos fríos del jaguar decapitado sin clemencia y la aureola de muerte que apestaba en círculo maloliente cada madrugada. Habíamos logrado escapar.

 

 

El Sur

Héroes tropicales, frágiles como perlas húmedas que estallan contra el reloj divino. La caída estrepitosa al latón cuenta nuestra historia oxidada y promiscua.

Huérfanos de nuestro transcurrir asesinado, náufragos en un paisaje desvalijado como comercio saqueado, sin sombras ni refugios. Así nos invade el sopor de este lento y atormentado final, que será nuestra última mañana en un trópico apagado para siempre.

 

John Petrizzelli es escritor, fotógrafo, guionista y director de cine ítalo-venezolano. El autor se ha dedicado a la realización de cine documental y de ficción. Entre sus películas más conocidas se encuentran El Embrujo (1983), Falsas historias (1992), Carrao (1998), María Lionza, aliento de orquídeas (2007), Er relajo der loro (2012), Ti@s (2015) y Bárbara (2017). Ha vivido en numerosos países de África, Asia y Europa, sobre los cuales ha publicado reportajes fotográficos y extractos de sus diarios en revistas nacionales e internacionales. Negro Lógico (1978), un libro de cuentos, e Historias para las posibilidades del músculo (2018), un libro de prosa poética, figuran también entre sus publicaciones.