La novela avanza, como el tren en al andén, a ritmo lento, poco a poco va acelerando, comenzando a encadenar cada uno de los golpes que llegan desde la máquina. Javier Sáez de Ibarra va dosificando el inicio de una novela que permite la recapitulación en cada nueva entrega y, sobre todo, el perpetuo descubrimiento que facilita la relectura. Una novela que se relee al leerla.
Como las palabras del jefe de estación me habían extrañado tanto, una vez que me hube acomodado en mi asiento, saqué una libreta que siempre llevo conmigo y las anoté. El efecto fue realmente sorprendente. Al verlas escritas por mi propia mano me parecieron familiares, incluso verdaderas; digamos como si yo me dirigiese a mí mismo un mensaje en el que creía, una especie de conclusión personal alcanzada tras un tiempo contemplativo. Y también importantes, hasta el punto de que deseara dejar constancia de ese mensaje. Por otro lado, las frases eran tan elusivas que no las entendía bien; igual que un rompecabezas, un poema hermético, quizá un oráculo.
En este tren no se decide nunca.
De alguna forma era cierto; yo no viajaba por placer, sino enviado por mi empresa.
El segundo verso creí que introducía un tema diferente: lo leí en voz alta, lo leí varias veces. Después probé a unirlo al tercero:
Hay gran intensidad, en la cafetería, en los dormitorios.
Por eso no se preocupe.
En el bachillerato nos obligaban a hacer comentarios de texto. No se me daban mal del todo; y ahora estaba ahí, repitiendo uno de aquellos lejanos ejercicios.
Quiere decir que la intensidad es algo que va a producirse, sin duda alguna, durante este viaje. Mi razonamiento fue interrumpido.
Javier Sáez de Ibarra trabaja en un instituto donde imparte Lengua y Literatura. Autor de numerosas antologías, sus estudios y reseñas aparecen en revistas como El Buen Salvaje, El Cuaderno, Quimera o Turia. Es el editor de la obra de Hipólito G. Navarro, El pez volador (2008). Ha publicado el poemario Motivos (2006) y los libros de cuentos: El lector de Spinoza (Páginas de Espuma, 2004), Propuesta imposible (Páginas de Espuma, 2008). Relatos suyos se recogen en las antologías de referencia más recientes y han sido traducidos al inglés. Su obra Mirar al agua. Cuentos plásticos (Páginas de Espuma, 2009) obtuvo el I Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, y por Bulevar (Páginas de Espuma, 2013) el XI Premio Setenil al mejor libro de relatos del año. Fantasía lumpen es su último libro publicado.
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