La escritora argentina afincada en Costa Rica Carla Pravisani se incorpora al grupo de colaboradores que han decidido compartir poemás inéditos con los lectores de penúltiMa a través de la sección Polisílabos.
La ventana del cafetal
Los pájaros chocan contra
el vidrio. Suena el golpe
de la certeza:
La de pagar con el cuerpo
la fe en un espejismo.
***
Stoner
Inmersa
En la oscura cavidad
De los libros
Olvido.
Soy la Stoner.
La que tropieza con la literatura
Frente al abismo familiar.
Afuera mamá
Vive a regañadientes
Con un tubo de oxígeno
Y una sonda.
Adentro William Stoner
Descubre por primera vez
Su soledad.
***
Destino
¡Al tiempo lo sujetan
las moiras,
ruinas del desencanto
Y la magia.
De eso se teje la vida:
De pequeñas muertes
Y sus roedores
De poemas aserrados,
De palabras incapaces
De sostener un perfume.
***
Sobre el bien morir
Mi hermano volvió
a nuestra tierra
y todos festejamos
como si de un gran logro
colectivo se tratara.
Todos (secretamente)
supimos que el volver
nutre el bien morir
y todos (secretamente)
lloramos su regreso
como se abona la tierra
que nos cría.
Hay alegrías
que se renuevan
desde las raíces.
Semillas que se plantan
para la eternidad.
Ese es el fuego
que redime a la ceniza.
El saber que en uno
estamos todos los que
—de alguna manera—
nunca volveremos.
***
Ranas
Ellas croan su lluvia, su acertijo de agua,
su final de todos los desiertos.
Hay dichas que son así: solo canto
Hay otras que son solo espera.
***
Tierrero
Es mucha tierra
la que se acumula debajo de mis pies.
Capaz de teñirlo todo
con solo pasar el dedo o la memoria.
Esa tierra es pintura, un paisaje abierto
donde corren todavía indios muertos.
Tierra con alma de montaña.
Tierra en la que uno se desliza
como una sombra hacia atrás:
Hacia un paisaje verde y sudoroso
porque las hojas sudan y suda el viento,
o peor aún, no hay viento,
es ausencia de viento la que suda.
Suda la tarde también que cae plomiza
sobre la tierra. Dicen que es así
porque es volcánica,
porque escupir es prodigioso.
Dicen que es el hierro,
que por eso los niños la chupan
como a un helado.
Dicen muchas cosas
de esa tierra abrillantada.
Mientras yo cada día
digo menos. Quizás
porque prefiero el agua.
En cambio esa tierra pica,
pican los pies cuando se vuelven hojas,
y no hay jabón que borre
el tatuaje de la pobreza.
Y pica la vida porque esa tierra
es un mal designio:
Obliga siempre a volver a ella
como un náufrago de puertos.

Carla Pravisani nació en Argentina pero reside en Costa Rica. Escritora y consultora en estrategia y creatividad. Publicó los libros de cuentos Y el último apagó la luz (Perro Azul, 2004 / Germinal, 2013) y La piel no miente (Premio Nacional Aquileo Echeverría 2012, Uruk 2012), Las hienas del Miedo (Germinal 2016) y los poemarios Apocalipsis Íntimo (Mención de Honor Luis Cardoza y Aragón 2010, Perro Azul 2010 / Germinal, 2012) y Patria de Carne (Casa de Poesía, 2015). Algunos de sus cuentos se incluyeron Un espejo roto. Antología del nuevo cuento de Centroamérica y República Dominicana (Centroamérica: GEICA, 2014) / Zwischen Süd und Nord. Neue Erzähler aus Mittelamerika (Entre Sur y Norte. Nuevos narradores de Centroamérica) (Zürich: Unionsverlag, 2014), Una región de historias. Panorama del cuento centroamericano (Ed. La Pereza, 2014), Pasajeros en Arcadia (Ed. Belgrano, 2000) Poetas y Narradores del 2010 (Instituto de la Cultura Peruana en Miami) y 12 relatos centroamericanos (Editorial Catafixia, 2010) Algunos de sus poemas se tradujeron al italiano, al maltés, al ucraniano y al serbio. Realizó el Master en Creación Literaria (Universidad Pompeu Fabra), y el posgrado en Literatura Digital (IL3 / Universidad de Barcelona).
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