Regresa penúltiMa a sus senderos más experimentales de la mano de Manuel Onetti, que nos remite una bitácora de viaje híbrida donde se funden el diario, el aporte lírico, las artes plásticas y la fotografía. Si, como decía Umbral, una imagen vale más que mil palabras, sobre todo cuando la imagen es de Baudelaire, es una cita que siempre recuerda Ramón Masats, resulta doblemente sugestivo imaginar de qué modo emulsionan palabras e imágenes combinadas, algo que ya la emblemática áurea comenzó a investigar y que es uno de los cimientos de la lírica presente, ya elija esta un soporte en papel o mediante posibilidades más cercanas al audiovisual.
«Partir es volver a casa»
Ningún lugar adonde ir. Jonas Mekas (Caja Negra, 2014).
Irina y yo cogemos el tren a Marcinkonys por la mañana; allí hay un bosque: un bosque en invierno. Decidimos separarnos al adentrarnos en él, para no romper el paisaje con una lengua extraña que ninguno dominamos.
Perdido, al rato, estoy en calma, hasta que su voz interrumpe con mi nombre:
Irina a lo lejos grita, y yo, frío, voy a su encuentro.
De vuelta en la estación, la taquilla está cerrada, así que nos sentamos a esperar hasta que apareció el tren iluminando las vías; entonces salimos, vimos al maquinista asomar la cabeza buscando el sitio correcto donde frenar.
Irina se acercó y hablaron en ruso unos pocos minutos. El hombre parecía feliz de recordar esa lengua muerta para ellos, o quizás solo por hablar con una chica joven.
Al rato nos montamos en el tren de vuelta a Varena.
Durante días sequé las pipas de la calabaza que me regaló Vita sobre un paño en el poyete de la ventana de la cocina. Las observaba sentado en una silla con el sonido de la tetera en el fuego pensando si estaba viendo morir algo o nacer un fruto, si me causaría felicidad comérmelos o en cambio me apenaría; si crecerían en mi estómago, o en cambio, morirían definitivamente, como toda esa nieve de ahí fuera en el suelo.
El lago amaneció congelado, con un suelo brillante como el de un palacio ruso. Los pescadores andaban sobre él como soldados de asalto con pies de bailarinas, con sus neveras azules universales, de donde sacaban los anzuelos que montaban en sus cañas.
Ese, por el que dicen puedes recorrer todo el país navegando en algún tipo de embarcación, se mantiene fuerte bajo los pies de los pescadores que mañana abrirán las puertas traseras de sus furgonetas en el mercadillo, llenas de hielo picado y pescado; este lago que no me atrevería a pisar, por no poner en la obligación de salvarme a ningún hombre, por no poner en peligro su vida por la mía, en esa agua helada bajo el suelo brillante, en caso de ser tan gafe o imprudente a la hora de caminar sobre él
y que de pronto se desvaneciera a mis pies de extranjero, como rechazando mi espíritu al caminar, creyéndome un desertor o alguien que viene a robarle lo que le pertenece:
el delicado paso de los pescadores sobre el hielo.
Hay una colina llena de cruces, miles y miles de cruces, pero no tengo ningún interés en peregrinar hasta ella, mis cruces están incrustadas en mi pecho, en un cautiverio jondo
que lucha contra la congelación y la miseria, con una llama tan pequeña y descuidada
que a veces parece apagada. ¿Hay un crucifijo lo suficientemente grande al que rezarle?
Frente al que hincarte de rodillas. Mis cruces son los paisajes que veo al cerrar los ojos frente a la nieve, puñales fríos que aprietan la carne y el recuerdo de la tierra sin nombre
del romance eterno del sol y los campos donde el hambre invitada nos acompaña
en la calma: no necesito más colinas, llevo dentro la voz de los montes.
Vilnius. Fin del viaje
un grupo de mujeres habla como sonido de las vías del tren en movimiento y los cables de la electricidad que anuncian la llegada, seguramente vayan a visitar a sus hijos universitarios, toda la gente joven está en el mismo sitio, no hay nadie en las cabañas dice el aire, un emigrante ruso fuma en la puerta de un lowhotel en chanclas y sin calcetines cuando empieza el agua nieve cortando el paso a los turistas, hoy ya acabó su jornada en la fábrica de fibra ignífuga, las tres gracias de máscaras de oro vestidas con túnicas negras de piedra se inclinan sobre los peatones desde la cornisa del teatro,
a pesar del frío las heladerías están repletas de gente saboreando tarrinas de helado
la navidad está cerca, un chico joven habla ruso, inglés y hasta español porque fue emigrante en Barcelona pero ahora recorre la noche borracho intentando encontrar la casa de su amigo donde hay una fiesta con muchas mujeres, en la estación de autobuses cinco niños con las cabezas rapadas y uniformes militares se sientan al borde de las dársenas descansando sus petates en el suelo cabizbajos, quizás pensando en las cabañas vacías mientras esperan su autobús de vuelta a casa de la academia militar, en la pequeña iglesia hay bonitos frescos aunque ningunos están pintados con la destreza de Andrei Rublev, cerca en el mercadillo navideño soldados alemanes de la OTAN compran recuerdos para sus familias y lejos en las afueras en el mercadillo de segunda mano Lenin es un suvenir, la chica bielorrusa derrite chocolate en un microondas y lo vierte sobre un cuenco de fresas, fantasea sobre su viaje a Italia el próximo verano donde su amiga le presentará a un hombre que la llevará a comer pasta y beber café y bailar,
caminando hay un barrio lleno de restaurantes de lujo con coches de lujo aparcados en sus puertas con hombres con rostros sacados de Memorias del Este acompañados por bellas mujeres con abrigos de piel y caminando más allá las antiguas fábricas soviéticas se han convertido en discotecas;
todo en esta ciudad es como el relámpago del trolebús contra los cables:
un instante de azul eléctrico sobre el cielo como fondo.
Manuel Onetti (1985, España) es escritor y cineasta. Ha publicado poemas, relatos y artículos de opinión en diversos medios digitales, los libros de poesía Sol Eléctrico Amarillo (Groenlandia, Baile del Sol) y Estallido en el Silo (ediciones en huida) y la novela Varena (greylock, 2019). Como cineasta, su trabajo se ha proyectado en diversos festivales de videoarte y cine experimental, así como en diferentes exposiciones individuales y colectivas y congresos sobre imagen audiovisual.
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