El director de todo esto aprovecha la ola de calor para quedarse en casa leyendo. Y al hilo de esas lecturas nacen ciertas reflexiones. Y es tan arrojado de compartirlas, qué quieren, tiene las claves de acceso a la administración de la web y no podemos tenerlo controlado todo el día…

 

Las lecturas del crítico pueden venir dictadas por mil motivos. Normalmente son lecturas que interesan ya antes de haber leído el libro, y por eso son ya, por prejuicio, positivas. Son la mayoría. Basta con ver los suplementos culturales, los blogs, los foros. La gente ya sabe que le va a gustar el libro. Solo eso explica la avalancha de fotos estúpidas en Twitter o en Instagram de gente que dice, poco más o menos, «me acaba de llegar el estupendo libro de fulano, y ahora le voy a hincar el diente». No sabemos cómo puede decir que es estupendo sin haberlo probado siquiera. Pero es el pan nuestro de cada día, en un mundo donde se ha abandonado toda voluntad crítica, los propios editores retuitean, comparten, citan, estos halagos vacuos. Los libros, sin haber comenzado a circular, son ya éxitos, son «libros del año». Hay que ver la de libros del año que se han olvidado al mes siguiente. Pero, a veces, por profesionalidad, uno se acerca a ciertos libros que han sido agraciados en la lotería de los premios absurdos con que suelen terminar los arqueos anuales.

Leo, con paciencia, porque ya he leído en los artículos que hay en la web que debe uno completar su lectura para sacarle todo su jugo, «Infierno, purgatorio, paraíso» de Jordi Ibañez Fanés, básicamente con la curiosidad de saber qué han premiado los desconocidos, no se explicita quiénes son por ningún lado, que dan el Premio de la Crítica, y aún así teniendo en cuenta que es la misma tropa que el año pasado premió, con total desparpajo, a Pérez-Reverte. No digo yo que la metáfora y la ironía o sarcasmo de la novela respecto al procés sea algo más o menos interesante o logrado, como ya he dicho estoy al tanto de que hay que embutirse las 450 páginas para saberlo, pero lo que sí sé en las 50 que llevo leídas es que la prosa con la que está escrita la novela es de un ramplón que da miedo. Y quizás sea esa la primera lectura que deba hacerse de lo que le ha pasado a la literatura española, que ha abandonado todo intento de establecer un mínimo de tensión estilística o estética en la prosa. A los hechos nos remitimos, si unos «críticos» han sido capaces de decir que esto es lo mejor escrito en España en 2021, apaga y vámonos.

Por ser malvado del todo hago una apostilla: me recuerda a esa novela fallida, pretenciosa, que tanto se ensalzó en su momento: Paradoja del interventor, de Hidalgo Bayal, a la que tildaron de «kafkiana» porque, sencillamente, el propio libro decía que su interventor, como los protagonistas delas novelas de Kafka, no parecía poder completar su labor. En realidad la novela era algo pedante, estaba escrita con un tono barroco muy poco kafkiano, y parecía más una novela a lo Marías, el peor Javier Marías, el que la gente subraya como «estilista», cuando en realidad es hueco y vacío, porque Marías sabe escribir bien, y por bien no me refiero a florido, sino a ajustado, y en realidad escribe como escribe los inicios de todas sus novelas porque es lo que la gente piensa que es ser un «estilista de la lengua», cuando no es más que retórico. Acaso sea ése el problema en España, que se vendió tanto tiempo como gran literatura a Umbral y a Cela, por sus florilegios floridos y exuberantes, que al final se pensó que la otra opción es ser simplón. La novela de Ibañez Fanés es simplona en lo estilístico, parece un libro de los que ganan el Planeta, lo puede leer cualquiera, puede terminar como Patria, siendo elogiado por Belén Esteban (por cierto, Patria, otro libro que se llevó el Premio de la Crítica, mejor no decir más, también se lo llevó La leyenda del César Visionario, de Umbral, otro libro que ha caído en el más justificado olvido), porque no es necesario ser retórico para tener un estilo tenso. Basta con echarle un ojo a los libros de Reinaldo Arenas, que están en la misma colección y editorial que los de Aramburu y Fanés, para entender lo que es un estilo tenso, ambicioso, no retórico sino exigente, no complicado sino complejo, no iluminado sino iluminador.

 

Antonio Jiménez Morato (Madrid, 1976) es escritor, crítico y traductor. Su libro más reciente es NOLA (Jekyill & Jill, España y Festina, Ciudad de México, 2021). Además ha publicado la recopilación de ensayos sobre literatura latinoamericana contemporánea La piedra que se escribe, la novela Lima y limón, editada en cuatro países y en digital, y Mezclados y agitados, entre otros.