La aparición en medio de la Feria del Libro de Madrid cuando, como quien dice, está ya todo el pescado vendido en las programaciones de los medios de comunicación, ha perjudicado al trayecto crítico y mediático de una de las más acertadas decisiones editoriales de este año: la traducción de La disimetría de Roger Caillois en la editorial Wunderkammer en traducción de Julio Monteverde, libro al que se acerca aquí el director de la revista.

 

La importancia de Roger Caillois en la historia de la cultura, en general, y en la difusión de la latinoamericana en particular, no puede ser deslindado. Su estancia en Buenos Aires, en la casa de Victoria Ocampo, durante la Segunda Guerra Mundial, permitió a Caillois acercarse a la élite de la cultura local y, desde ella, conocer lo que se estaba escribiendo en lengua castellana en la época. Más tarde, a su regreso a Francia, fundó la colección Le Croix du Sud, que sería determinante en la difusión de la obra de muchos autores, como por ejemplo Borges, y sirvió para que se cimentara el reconocimiento mundial de la literatura hispanoamericana. Además, su labor junto a Bataille o Leiris para crear el Colegio de Sociología, o su activismo anitifascista no pueden ser, tampoco, soslayados. Y, tampoco, su presencia inaugural en las huestes surrealistas, de la que procede, muy probablemente, el interés de Julio Monteverde, el traductor de este título, por su obra.

Pero, sobre todo, lo determinante a la hora de enfocar este libro es recalcar la labor como ensayista, desde una mirada ajena a toda jerarquía pero profundamente inquisitiva, que se extendió a lo largo de toda su trayectoria. Los libros de Caillois alumbran la realidad y lo hacen cimentados en la mirada científica y el tono poético de los mismos, o a la inversa, en el espíritu lírico y el discurso académico con el que los cinceló. Los ensayos de Caillois, como sabe cualquier que se acerca a ellos, están  tocados del mismo tono juguetón y rigor expositivo de los de Bataille, Leiris, Blanchot, Bachelard y muchos otros de los autores que supieron proyectar el pensamiento literario francés hasta convertirlo en un pilar del pensamiento occidental. La disimetría, y el pequeño ensayo póstumo que en esta edición se ha añadido como apéndice temático, El mito del unicornio se presentan como un recuento exhaustivo de la idea de la simetría y de dos conceptos antónimos que suelen presentarse como idénticos pero que Caillois deslinda: la asimetría y la disimetría. Al análisis de la importancia de lo simétrico en la concepción de lo real, tanto en el modo en que lo interpretamos como lo producimos, Caillois aporta la idea de que existe una asimetría previa que el hombre, por acción o interpretación, tiende de modificar para alcanzar el ideal simétrico que busca y ansía. La disimetría es la modificación del estado simétrico en aras de deshacer esta homeostasis y generar así una realidad desequilibrada, incómoda, y por eso llamativa e intencionada. Las referencias al mundo de las ciencias naturales y a los conceptos filosóficos que encontramos en todos sus textos reaparecen aquí, revestidos de una prosa de una tersura y exactitud subyugadora.

No quiero, no puedo, dejar de ensalzar la labor de Julio Monteverde en esta traducción. Ahora que nos estamos acostumbrando, quizás en exceso, al desaliño y las versiones que evidencian una competencia más o menos válida en el conocimiento de la lengua de origen pero una evidente incapacidad en la de destino, podría enumerar muchos ejemplos pero me parece innecesario, bastante es sufrir de modo habitual estas publicaciones que no solo hacen patente la incapacidad del traductor sino la falta de profesionalidad del editor, es más importante aún subrayar el estupendo trabajo realizado por Monteverde. No voy a cometer la habitual estupidez de calificar una traducción sin conocer el original, no caigo en esa mala costumbre de tantos reseñistas de medio pelo, pero sí debo recalcar que el texto de Monteverde se lee como lo que es: alta literatura. Si, como suponemos, ha respetado la refinada sintaxis y el extenso léxico de Caillois, habla de un buen profesional de la traducción, pero sobre todo se debe recordar que el texto por el que transitamos, como lectores de castellano, es una joya. Suena todo correcto, sin un desliz, con un amplísimo vocabulario, con atinadas expresiones, con una plasticidad deliciosa. La prosa de esta traducción es una auténtica delicatessen, y eleva el original para que el lector pueda no solo formarse con su erudición, sino deleitarse ante su estilo. Una coma, no es broma, una coma cuestionable es todo lo que este lector ha encontrado en las 140 páginas del libro. En un mundo ideal deberíamos decir que esto acaso fuera lo esperable, la realidad es que en el momento en que nos encontramos hace de este libro, de esta edición, una pieza de museo. Como digo, ni puedo, ni quiero, dejar de subrayarlo: estupenda edición y traducción del texto de Caillois.

Ojalá esta edición anime a más editores a seguir recuperando libros de este autor, que se muestra como uno de los grandes placeres para los lectores inquietos, Siruela recuperó hace poco su temprana tesis doctoral y Wunderkammer lo hace ahora con uno de sus últimos trabajos, y en ambos casos se hace evidente su atemporalidad y vigencia, más aún, su lugar primordial para entender la cultura y el alcance del ensayo. Queremos más ensayos de Caillois para leerlos con la misma voracidad y placer de este. Y, si puede ser igual de bien traducidos, mejor incluso. No se lo pierdan, es una de esas piedras preciosas escondidas en las librerías esperando a lectores como usted.

 

Antonio Jiménez Morato (Madrid, 1976) es escritor, crítico y traductor. Su libro más reciente es NOLA (Jekyill & Jill, España y Festina, Ciudad de México, 2021). Además ha publicado la recopilación de ensayos sobre literatura latinoamericana contemporánea La piedra que se escribe, la novela Lima y limón, editada en cuatro países y en digital, y Mezclados y agitados, entre otros.