Aldo Vicencio es una de las jóvenes voces que están comenzando a visibilizarse dentro del siempre fecundo escenario de la lírica mexicana. Es un placer poder contar con su presencia en penúltiMa.

 

A voz de carne

 

en cada forma concreta de la angustia,

 

me siento hablar a solas

mientras el silencio huye

 

pliegue de centauro

 

inconsigna

 

celular llano,

trastoque personal

 

un tanto enumerar

el signo de la flauta de Hamelin

 

código hélice,

anota rápido:

 

ladeando la perra vida

en doscientas sesenta

diapositivas del valle, a través del autobús

 

revisa el color de lo sentido

 

sonoridad armada,

cerrada con voz nervio

de lagos en negro aquelarre

 

transistor de la locomoción cósmica

 

Orión y luego bajo el calor del mediodía

Escorpio

 

aguijón sideral

 

pies en mar leche infinito

 

sobre la orilla de mis labios

la siderurgia de lo coloreado

 

un bálsamo en cada tormenta palma

 

un santo ateo en mi pecho

 

yo que defiendo al fuego

soy a veces las cartas de la tierra y el agua

 

un recado rojo sobre el aire

 

“inconciliable bestiario,

incluso la locura no intuye el horno”

 

y así pasa el transporte

del no nacido, del no alumbrado

 

¿Quién?

¿Cómo?

¿Hacia dónde?

 

arcángel sin manos y obsidiante,

desciende ciego

sobre los pechos

 

su planta es el nervio del cobre

 

afectos de los vivientes

afuera de las cuevas

 

ola del drama

en mi nube y mi pájaro

 

en el alba de Venus,

el inmigrante grita prensado

entre dos falsas puertas

 

“querer el rechazo

en los beneficios”

 

ventana naviera

 

el vientre desnudo a luz esbelta

 

talón de la muerte,

añico de danza

 

el arrebato que petrifica el oxígeno

 

abrupto Leteo,

terso amarre en cruda vista

 

– acondiciono esta pequeña casa

como pantalla viva –

 

en todo el tiempo que murmuro

una inexplicable mano de arcilla

se abre en mi mente

 

hambre en movimiento

 

tallo tras tallo, dentro de otro tallo

 

iridiscencia en los humos de la cabeza

 

digito parvadas que alumbran

las lágrimas de las macetas

 

siena mañana bajo el barandal

 

césped llama,

encino lluvia

 

entrecortado candor

de la zoología humana

 

quiere el antes volver a hervir a fuego lento

lento

l e n t o,

ese calor que cocina afonía

en mis sílabas sensaciones

 

tenaza carcomida,

 

ducto en carne, estremecido

 

lama centelleante

en mis costados y axilas,

 

todo el nombre

de mi figura es tan absurdo

 

y yo…yo solo quisiera poder seguir hablando…

 

 Aldo Vicencio (Ciudad de México, 1991) Poeta y ensayista, estudió la Licenciatura en Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Fundador del colectivo poético Naufragio, y colaborador de Liberoamérica. Es autor del poemario Piel Quemada: Vicisitudes de lo Sensible (Casa Editorial Abismos, 2017) y el videolibro Anatolle. Danza fractal (El Ojo Ediciones, 2018). Su obra ha sido publicada en diversas revistas literarias en México, como Círculo de Poesía, Opción del ITAM, La Rabia del Axolotl, El Septentrión, Marcapiel, Blanco Móvil, Periódico de Poesía y Punto en Línea de la UNAM, y en diversas publicaciones iberoamericanas, como Digo.Palabra.txt de Venezuela, Enfermaria 6 de Portugal, La Galla Ciencia y El Coloquio de los Perros en España, entre otras. Ha sido incluido en la antología española Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana (Lord Byron Ediciones, 2016).

Polisílabos es un espacio dedicado a compartir la mejor poesía que se está escribiendo hoy en castellano y, siempre que sea posible, inédita.

La fotografía que ilustra el texto es de Burt Glinn, y forma parte de la exposición Players. Los fotógrafos de Magnum entran al juego que puede visitarse en el espacio de la Fundación Telefónica dentro del marco de Photoespaña 2018.