Incluido en su poemario Introducción y notas (Boria Ediciones), este poema de Rafa García Jover cuestiona de modo explícito muchos de los clichés que el lector poco aficionado a la poesía suele proyectar sobre ella: la de que es confesional, la de que es no ficción, la de que no puede estar trufada de referencias, etc. Frente a esa idea un tanto adolescente de la poesía tal y como suele concebirse por los que la tratan poco, este poema revela la cara oculta de un género que no termina por ser otra cosa que una serie de decisiones estéticas o rítmicas, pero no desde luego temáticas ni filosóficas.

 

LA VIE MODE D’EMPLOI (capítulo 1 )

Georges Perec

Sucede que el edificio en el que vivo

tiene varios inquilinos que ocupan las viviendas

que no están vacías.

                        Veamos.

En el segundo izquierda vive la señora Sonata.

Es una señora de casi setenta años,

vestida de negro, que siempre va rodeada

de un halo de polvo gris que arrastra

desde su casa maloliente. Ese polvo gris huele a laca.

Eso no me desagrada en absoluto.

En el cuarto derecha vive una niña de no más

de 1 0 años. Sola. No recuerdo su nombre ni su cara,

sólo la oigo caminar por el pasillo.

Sus pasos son lo único que sé de ella.

Sus pasos me ayudan a descifrar

su estado de ánimo. Cuando salta, es que está alegre.

Sólo hay una ocasión en que no consigo descifrar nada:

cuando sus pasos son desacompasados

y después de oírlos en la parte del techo que da a la cocina,

los oigo, de repente, en el otro extremo,

en la parte del techo que da al comedor.

En el entresuelo izquierda hay un matrimonio joven

que dicen ser los caseros del edifico. Él, de unos 30,

te abre la puerta justo en el momento

en el que vas a introducir la llave en la cerradura.

Buenos días. Buenos días. Y se aparta para que pases.

Al no tener ascensor, su amabilidad acaba ahí.

Si hay correo, te lo entrega en mano. Ella, de 33,

mantiene las zonas comunes del edificio en perfecto estado.

Cambia las bombillas y friega todos los días los 87 escalones.

Ayer la encontré amasando yeso

para colocar un rodapié desprendido.

Nadie les paga por ello. ¿Seguro?, pregunta Sonata.

Segurísimo, le oigo decir al administrador.

En el ático vive un joven atlético que se gana la vida

de modelo en una academia de pintura de aquí cerca.

Siempre que va a salir a la calle,

justo cuando está parado en el umbral de su puerta,

se da cuenta de que está completamente desnudo.

Nunca nadie lo ha visto en semejante tesitura.

Lo cuenta él entre risas. Unas risas que no le dejan ver

la indiferencia en nuestros rostros. Yo no acabo

de creérmelo.

Pienso que lo cuenta para que nos fijemos en su cuerpo

e imaginemos cómo será sin toda esa ropa

que lleva encima (siempre traje de chaqueta;

en invierno, también abrigo).

El entresuelo derecha es el almacén

de una tienda de jarrones que está situada

en una de las calles perpendiculares.

La dueña de la tienda entra al almacén

a través de una puerta situada al fondo de su negocio,

puerta que da a la cocina del entresuelo.

La tendera, harta de tener que salir de su tienda

cada vez que tenía que ir al almacén,

llamó a un sobrino suyo arquitecto.

Dime el lugar exacto en el que podríamos

hacer una puerta. Aquí, tía. Eres un sol, Néstor.

La dueña de la tienda, desde que construyó su puerta,

nunca usa la puerta

del entresuelo para entrar en el almacén.

Yo vivo en el tercero derecha.

Cuando vine a este edificio,

después de vivir durante años en una caravana,

ya se comentaba que un desconocido compró

el tercero y el cuarto izquierda y se hizo un dúplex.

Y desapareció. La única manera

de tener comunicados el arriba y el abajo

es hacer un buen boquete en el suelo / techo,

dice el casero del entresuelo izquierda.

Yo le digo que, para comunicarse entre la izquierda y la derecha,

tan solo hay que hacer una puerta. Se sonríe.

Prefiero un buen hoyo a una puerta, dice.

Entro en casa todos los días sobre la misma hora (23:37),

apago la luz y me echo en la cama.

Oigo los pasos de la niña e imagino

cómo será el dúplex de enfrente.

Y entonces me quedo dormido.

 

Rafa García Jover (Sant Joan d’Alacant, 1971) es licenciado en Filología hispánica y profesor de Lengua Castellana y Literatura. Con su poesía repleta de intertextualidad y referencias a la actualidad busca respuestas a esas grandes preguntas que todos nos hacemos en algún momento. Estos rasgos han propiciado su participación como inédito en el ciclo Poetas en Cercanías que organiza Letras de Contestania y la Librería 80 Mundos,  en el programa de radio Conectados en la Noche (La voz del Valle de las Uvas) y en el homenaje que la Feria del Libro de Alicante dedicó a la poeta Francisca Aguirre. Introducción y notas es su primer poemario publicado.