Como homenaje en el luctuoso primer aniversario de su muerte, en penúltiMa queremos honrar a Ricardo Piglia con esta detenida lectura de sus diarios llevada a cabo por el escritor y profesor universitario peruano Carlos Villacorta.
El 2017 vio publicada el último volumen de Los diarios de Emilio Renzi, la obra final del escritor Ricardo Piglia y que dejó en preparación antes de su muerte el 6 de enero del año pasado. Los tres diarios publicados en el 2015, 2016 y 2017 suman aproximadamente 1080 páginas y cubren 60 años de la vida de Piglia, o mejor dicho, de su alter ego Emilio Renzi, el personaje presente en la mayoría de sus ficciones. Afirmar que estamos frente a un diario personal y autobiográfico es inexacto pues la misma forma y estructura de los tres libros reconfigura constantemente la voz de quien narra sus experiencias (Emilio Renzi) y la contrasta con esta otra voz de quien lee, ordena y reflexiona, desde la distancia de los años, estas experiencias (¿Piglia?).
Los diarios de Emilio Renzi son una tarea titánica y constante. Según se afirma en el primer volumen, estos tres libros se basan en las notas y entradas de 327 cuadernos que Piglia fue escribiendo desde los 17 años y que fueron editados y pasados a limpio hasta convertirse en lo que tenemos el día de hoy, una última ficción sobre Emilio Renzi el escritor argentino. La construcción de esta máquina ficcional no debe tomarse a la ligera, Piglia reflexiona sobre su otros yos, aquellos que reconoce como Renzi y reordena pasajes de su vida desde la mirada del escritor que lee su propia vida como si fuera otro. Así, sus diarios le permiten reconstruir lecturas, experiencias iniciales que contribuyen en su formación como escritor. Dice entonces que “El valor de la lectura no depende del libro en sí mismo, sino de las emociones asociadas al acto de leer” (19). ¿Qué emociones puede provocar la lectura de un libro que narra la propia vida? Piglia juega con esta idea cuestionando y teorizando aquello que se ha llamado “La escritura del Yo”, una novedad tan antigua como la primera escritura humana.
Los tres volúmenes que conforman Los diarios de Emilio Renzi tienen un criterio en su división. Los diez años presentados en el primer volumen Los años de formación 1957-1967 muestran, efectivamente, esos primeros años donde se mezclan las iniciales lecturas (las novelas del Boom, la literatura argentina, Hemingway, Faulkner, etc.) con los primeros amores (Vicky, Inés, Julia), así como la publicación de su primer libro de cuentos Jaulario que recibió una mención en el premio Casa de las Américas en 1967 (sería reeditado después como La invasión). Cada uno de los capítulos está intercalado con otros breves donde se incluyen reflexiones y, en algunos casos, cuentos escritos en la misma época y que están referidos en los diarios mismos. En estos años, Renzi/Piglia batalla contra el vacío, donde, como dice, poco sucede pero donde lo importante es la creación de un mundo propio que permita la creación literaria: “En mi caso, ese material es secretamente autobiográfico y depende de la multitud de historias familiares que he ido escuchando a lo largo de mi vida” (154). Una de esas historias es la del abuelo Emilio Renzi, inmigrante italiano que, de joven, peleó en la Primera Guerra Mundial, se volvió peronista en Argentina, y con quien el nieto Renzi se identifica al punto de ser confundido por Matilde, la amante abandonada por su abuelo cuando este era joven.
El segundo tomo Los años felices inicia con una breve introducción titulada “En el bar”, seguida de los ocho diarios que cubren los años de 1968 a 1975. Decir que este diario es solo la concatenación o continuación del anterior y que presenta los hechos cotidianos de la vida de una persona es falso. Piglia le da un orden que permite leer el diario como si fuera una novela, donde “lo privado cambia y se ordena muchas veces por factores externos.” Estos factores son, por ejemplo, sus análisis sobre la novela, (especialmente sobre León Tolstoi); su amistad y rivalidad con el escritor David Viñas así como las discusiones políticas y literarias con los intelectuales de la época, la caída de la dictadura de Juan Carlos Onganía en 1970, el regreso de Juan Perón al poder en 1973, sucedido en menos de un año por su tercera esposa Isabel Martínez de Perón hasta el golpe militar en 1976. Todos estos hechos, se suman a uno que se presenta como un evento capital: una intervención militar en el año 1972 al edificio donde vivían Renzi y su novia Julia: los militares buscan a una pareja joven acusada de algún delito. Los años felices son los años de la politización de la vida de Renzi donde el peronismo es parte de la discusión y donde se presiente el inminente golpe de Estado. Al mismo tiempo, Renzi se consolida como escritor con la publicación de su libro de cuentos Nombre Falso.
Dividido en tres partes, el último diario Un día en la vida (1976 – 1982) incluye siete diarios que cubren los años de la dictadura militar que Piglia llama “Los años de la peste”, además del texto “Un día en la vida” y finalmente la sección titulada “Días sin fecha”. Cada parte nos sumerge en una época y escritura diferente. En las narraciones sobre los años de la dictadura, se siente la voz del miedo y de la represión que Renzi experimenta mientras intenta mantenerse vivo escribiendo el libro que asentará su fama como escritor: Respiración Artificial. El caos político y social que se vive en la Argentina está presente en la escritura de los diarios a medida que vemos la opresión y la asfixia en la misma escritura: cada diario es más breve que el anterior.
Si en Respiración Artificial, Piglia se pregunta “¿Hay una historia?, en los diarios de Renzi este se pregunta “¿Había un final?” Tanto “Un día en la vida” como “Días sin fecha” cubren los siguientes años de su vida, de 1983 hasta poco antes de su muerte. Pero mientras el primero se presenta como una narración, el segundo son entradas sin fecha agrupados por algún tema (“El oso”, “El consejo de Tolstoi”, “La caída”). Renzi es elocuente sobre esto: hasta 1982 entiende que ha habido un proceso de formación y afirmación como escritor, de su ficción, así como de su propia vida. Lo que sigue —los años en Estados Unidos, sus ensayos sobre la ficción, su regreso a Argentina y el avance de la enfermedad— se confunden sin aclarar fechas concretas pues después de cierta edad parece afirmar Renzi / Piglia, los días y los años dejan de ser relevantes en nuestras vidas, más no así las experiencias.
Emparentados con otros diarios como los diarios de Franz Kafka, Cesare Pavese, León Tolstoi o Virginia Woolf, Los diarios de Emilio Renzi nos muestran el último trabajo de Piglia que también es el primero. Sus diarios ficcionalizados son ese mundo que ha ido creando como cajón de sastre para sus propias creaciones. En cada pasaje puede uno reconocer reflejos (¿o son espejismos?) de sus historias, ahí está Marcelo Maggi, tío del joven Emilio; o la prostituta del cuento “Luba”, texto escrito supuestamente por Roberto Artl; su madre Ida Maggi, depositaria de todas las historias familiares y modelo de buen escritor porque “no juzga a sus personajes”. Al mismo tiempo, se cuestiona esa instancia narrativa que es el yo y que estaría más cerca al Macguffin de las películas de Hitchcock que a una esencia intrínsecamente humana. Dice Piglia:
“[…] uno nunca es uno, nunca es el mismo, y como no creo a estas alturas que exista una unidad concéntrica llamada “el yo”, o que se puedan sintetizar en una forma pronominal llamada Yo los múltiples modos de ser de un sujeto, no comparto la superstición actual sobre la proliferación de escrituras personales. Por eso, hablar de escrituras del Yo es una ingenuidad, porque no existe el yo al que esa escritura –o cualquier otra- pueda referir, se reía. El Yo es una figura hueca, hay que buscar en otro lado el sentido” (8).
En el siglo XXI de la proliferación de las narrativas del yo como síntoma de una literatura comprometida con un mercado neoliberal, Ricardo Piglia propone como última ficción la voz de Emilio Renzi, un joven argentino que se fue convirtiendo en escritor, analizó el rol de la literatura en la sociedad, fue parte de la discusión política y literaria en una Argentina dictatorial y continuó esa discusión en los recintos académicos hasta su muerte. Pues qué duda cabe que el último lector de la propia vida es siempre esa ficción que es uno mismo.
Carlos Villacorta (Lima, 1976) Escritor y crítico. Ha publicado los poemarios El grito (2001), Tríptico (2003), Ciudad Satélite (2007) y Materia Oscura (2017) y la novela Alicia, esto es el capitalismo (2014). Sus poemas y cuentos han aparecido en antologías como Hostos Review: Peruvian writers in the United States 1970-2005, Aurora Boreal, etc. Ha co-editado diversas antologías de poesía. Su último libro es Poéticas de la ciudad: Lima en la poesía de los setenta. Actualmente es profesor de Literatura latinoamericana en la Universidad de Maine.
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