Comencemos con obviedades: pocos, casi ningún director de cine, ha plasmado el influjo de la literatura en su obra como Visconti. No solo por lo obvio: las adaptaciones de obras literarias, sino por el modo en que estas han sido plasmadas y la relación que establece con la palabra en cada una de sus películas. Por eso tampoco es casual que haya sido, desde siempre, uno de los cineastas más mencionados entre el gremio literario. Hay un amor correspondido entre ambas esferas. La muerte en Venecia es, sin duda, una de sus películas más importantes, donde se atrevió a plasmar la polémica y ambiciosa novela de Thomas Mann, donde este se atrevió a insinuar, acaso desvelar, sus pulsiones. Visconti, lector agudo, supo comprender desde el primer instante que en Aschenbach había mucho más que un personaje, que era, siguiendo la etimología, una máscara. Y por eso sabía que un aspecto fundamental de su película pasaba por encontrar al actor idóneo para encarnar a Tadzio. Este documental, realizado por el propio Visconti, retrata esa búsqueda, el modo de perfilar un sueño, algo que no puede existir.
exactamente un individuo,
por Rubén J. Triguero
nueva columna de Martín Cerda
adelanto del nuevo libro de
Javier Payeras
Antología de cosas pasajeras
por Javier Payeras
de Henry David Thoreau,
leído por Rubén J. Triguero