Usar los límites que impone una red social como Twitter puede ser una cárcel insoportable o un mecanismo de decantación para obtener una lírica perfectamente depurada. En conversaciones frecuentes con Rodrigo Rey Rosa, de quien es amigo, Javier Payeras ha llegado a la conclusión de que la única revolución posible para el escritor hispanoamericano de hoy es extremar la brevedad para ir en oposición al barroco de la exuberancia.  Atentos a los poemas fulgurantes de Payeras donde usa esa estrechez como un incentivo radical.

 

  1. El sol intenso destruye las cosas frágiles.
  2. La luz que se deshace vuelve a las personas.
  3. Esas formas extrañas que vemos en el cielo y que pensamos que son nubes. Pero son gente que va tomando distancia.
  4. Ese camino que a momentos se oculta. Ese paraíso a veces.
  5. Ver pasar las flechas sin movimiento. Ese odio inexplicable de nuestros completos desconocidos.
  6. La gente que te espera siempre en el pasado.
  7. El rencor silencioso de quien amamos como a un cuchillo quieto.
  8. Afectos inmunes. Acantilados
  9. Los puntos suspensivos de ese frío. Los tres ojos de esa espera.
  10. Y sentirse solo y sentirse afuera y alejarse de la orilla o de la tormenta y sentirse solo una, dos o tres o miles de veces.
  11. Y la constancia del paisaje. Cielo moviéndose dentro de la misma fotografía de mañanas-tardes-noches.
  12. La intuición es un fantasma que atravesamos afuera de la memoria.
  13. El horizonte lo deforma en aburrimiento.
  14. Destruyendo nuestros párrafos, y salvando nuestras oraciones, palabras, sílabas… intenciones.
  15. Se nos da la crueldad y la vergüenza con el espejo.
  16. Refugio son los brazos, pero los deseos duelen. Todo pertenece a ese cambiar de alucinaciones por suicidios.
  17. A veces nos preguntamos, ¿qué sostiene el piso debajo del cansancio?
  18. Atornillamos algo en el vacío para sostener partes vitales, indispensables, todo eso que alguna vez dotamos de sentido.
  19. Todo vuelve a esa herida que somos en una pared.
  20. Todo, tarde o temprano, vuelve a cruzar nuestros labios.
  21. Cuando ya es imposible quedarse por los demás. Cuando la vida se hace angosta para nosotros.
  22. Aún sin astucia seguimos vivos y, aunque nadie lo crea, evitamos hacer el más mínimo daño.
  23. Hay puertas que dan a pasillos de puertas que dan a pasillos de puertas que dan a pasillos de puertas que dan a pasillos de puertas…
  24. Escoger un destino está dentro de nuestro destino. Encontrar un camino es parte de nuestro camino.
  25. Todo se resume en algo simple: elegir la partida, elegir el tiempo y elegir el quedarse.
  26. El solitario se va y deja otro solitario cuidando su silencio.
  27. La vergüenza es la cobardía más aceptada.
  28. El vanidoso no tiene contenido. Sólo piensa que piensa; piensa sólo para responder preguntas que nadie le ha realizado.
  29. Para muchos la muerte es su presente y su olvido es su futuro.
  30. Todos los paraísos son paraísos perdidos o paraísos recuperados.
  31. La fotografía intacta es modelo para un poema. El dibujo de un niño. El destino de los palabreríos son siempre una lengua muerta.
  32. Es necesario hacerse ventana y no muro.
  33. Uno no se muere escribiendo, uno se mata a veces, nada más.
  34. El color a diferencia de lo que pasa con las palabras, nunca se recuerda con exactitud.
  35. Desviar la vista hacia otro lado no es oponerse al destino, sino dejarse levantar por el aire.
  36. Todo se ve tan pequeño cuando uno está lejos.
  37. Mostrar el hilo más transparente del lenguaje.
  38. La claridad de las palabras exactas.
  39. Palabras que son el éxodo de una idea a otra idea, de un lugar a otro lugar, de una vida a otra vida.
  40. La memoria de los ausentes. Esa voz queda moviéndose en el aire entre las hojas.
  41. La memoria de los ausentes. La bola blanca empujando hacia el abismo a las demás. Le sobrevive el silencio.
  42. Elegir bien las palabras, es elegir bien los silencios.
  43. Cuando se necesiten, las verdaderas palabras volverán al mundo.
  44. Brillo es soledad.
  45. En la verdad principia el adiós.
  46. Tanta vida alrededor. Adentro los deseos se marchitan.
  47. A veces. Un simple acto. A veces solo. A veces…
  48. Tan separado el latido entre una orilla y otra. Enorme peso de escoger siempre el camino más largo.
  49. Este firmamento lleno de esquinas.
  50. Esta enfermedad de ser la felicidad de otros.
  51. Este ser un espejo donde sólo pueden reflejarse otros.
  52. A veces una idea no es una predicción sino un recuerdo.
  53. No tocar, dejar inmóvil el trazo de las imágenes reveladas.
  54. Repetir sin obediencia. Usar las palabras para callar.
  55. Ser la piedra que se mueve y no el pie que la patea.
  56. Esperar que el tiempo nos refresque o nos congele.
  57. Aprender algo del cansancio. Aprender a olvidar.
  58. Tantas caras distintas y nosotros estamos en la otra orilla.
  59. No todas las cosas deben mostrarse. A veces el público es indigno.
  60. Veamos el presente. De nada sirve vivir lo incierto.
  61. Comenzar de último no es tan malo. Desde afuera del camino se distingue la verdadera demora.
  62. Deslumbramiento. No más consejos que estar solo.
  63. Pensar es traducir lo que nos rodea.
  64. Letra intranquila.
  65. Lo que no te mata se muere antes.
  66. De alguna manera terminamos reuniendo nuestra soledad.
  67. El que sobrevive finaliza descifrando al otro.
  68. Escribo a la intemperie.

 

Javier Payeras

Ya sea como narrador o poeta, la obra de Javier Payeras (Ciudad de Guatemala, 1974) es un referente de la literatura centroamericana. Sobre todo por ser una figura central de la Generación guatemalteca de la posguerra, que reflejó las consecuencias del conflicto armado que asoló el país durante décadas. Su obra se extiende por diversos géneros: poesía, narrativa, dramaturgia e, incluso, libros objetos y performance poéticas.

Polisílabos es un espacio dedicado a compartir la mejor poesía que se está escribiendo hoy en castellano y, siempre que sea posible, inédita.
La imagen es obra de Mercedes Pérez, su trabajo está disponible en su web: http://www.mercedes-perez.es/