penúltiMa tiene el placer de ofrecer el adelanto de una novela inédita de la escritora argentina afincada en París Ariana Harwicz.

 

Yo no entenderé jamás por qué la gente no saca su guillotina. Podría matar sin problema, no niños, ni viejos, ni mujeres pero matar un hombre de treinta años, un hombre cualquiera, no me haría nada. Los niños todavía son puros y los viejos no existen pero un tipo desde los quince hasta los cincuenta podría morir delante de mis ojos sin que se me moviera un pelo. Los burgueses agonizando no me dan lástima, estaban ahí un viernes tomando una cerveza o bailando Death Metal delante de las kalashnikov en el lugar y en el momento justo, no voy a ponerme a llorar por ellos.

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Tomá esto en tu cara de idiota muerto en vida, yo trabajo para el campo del Mal, soy un bastardo asumido en los últimos días de violencia, tengo ganas de tirarme la cabeza contra un muro. ¿Quién sos para sentirte bien? Para sonreír en este comienzo del día. El vejestorio entra y amenaza, sesenta y cuatro años, ¿qué viví? El historiador es un hombre rancio, lo vemos en la conferencia con su saco planchado pero está en primera línea y esta vez la caída lo espera. Las salamandras tienen como destino ser aplastadas al cruzar la carretera en busca de sus pequeños.

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Me resisto a terminar en ronda en un Centro de ochentones moviendo las manos antes de la panatela. Dentro de poco vendrá el despido. Levanto la caja con botellas de alcohol, lo dejan en la puerta de mi casa, camino hasta los basureros de vidrio, a medida que paso un perro detrás de una reja me ladra como si fuera un raptor, y la caja gotea cerveza y cognac sobre mis zapatos y mi pantalón. Malditos adictos. Tiro una a una las botellas por el agujero de plástico, las manos sucias vuelvo con un dedo cortado y pestilente. Ida y vuelta tres viajes y mañana volverán a dejarme las cajas en la puerta. De la garganta para afuera todo tan vicioso pasados los 2 sesenta, cuando el balde con tu excreción te cae en la cara te dicen aquí estamos abuelo para ayudarte porque te amamos, con esa voz suave caes en el ahogo de que alguien más te pueda escuchar, el otro ofreciendo al veterano un mejor plan financiero para el asilo, porque te aman, eh, eso sí, porque te respetan abuelo, a esa cosa llaman amar.

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Es imposible ser viejo y estar tranquilo. Todos los días el cuerpo, el cuerpo, sacarme los quistes en los testículos. No tengo ninguna esperanza de vida. El simulacro más largo de la historia y en plena campagne, no sea que vengan a atacar acá los homofóbicos entre bordas y criaderos de bueyes. La cuesta abajo se mide en estos comentarios, que cierren las demarcaciones, volvamos a la moneda, que los metan en un carro, los otros piden escuchar la sirena y muchos más huevos. Un pozo lleno de reptiles enrollados que arrojan su infecto. Haré gárgaras parado de cabeza si es necesario. Haré el chiste de crucificarme, yo el judío. Otros siguen al comunismo y lo hacen saber con banderolas y silbatinas. Uno, dos, marche. Stalin no es mala palabra acá, el sueño del pequeño General propio, el Dictador frenchie. En el suburbio sureño obras de teatro y festivales pro revolución rusa muy burguesitos, mucho complejo de inferioridad. No más huevos señores, hay que esperar a que empollen y agito el cartón, si quieren pueden poner la cabeza en el pandero de la gallina y empujar. El Himno a la Alegría sonará cuando las campanas de Notre Dame respondan a la llamada del muecín desde lo alto de la Torre Eiffel.

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Antes el comunismo ahora el antirracismo y la idea es la misma, policía. A cualquiera que se lo suponga enemigo. La perpetua víctima no puede devenir victimaria, si la víctima viola, no violó, si las mujeres aparecen con ropa rasgada y queriendo entrar en los vestíbulos de los hoteles, no eran ellas, y las bombachas alemanas por el suelo en las plazas públicas, no es cierto, se les habrán caído las bombachitas, habrán elegido ser presas de caza salvaje, un sirio, 3 un somalí, no puede violar a un alemán. Otra que sale de un restaurante cerca del hotel de asilados y la violan por vía vaginal y analmente mientras le escupen en la cara Y después los Rusaki se pasean por las plantas con bates de béisbol. Más crece el burdel de Múnich, más quieren a un auténtico Führer. Es tiempo de limpiar Europa de la escoria. Es tiempo de hombres libres. Los que no entienden no entenderán nunca. Un soldado bastardo es el más humano de todos por acá.

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Continuer de s’amuser c’est précisément cette pose qui nous mènera à notre perte. Faut se sortir les doigts. L’ère de l’homo festivus touche à sa fin. Normal les sionistes sont aux commandes, profesor, son ellos los que dirigen todo, Bataclan, los cafés bobos, cómo van a saber los otros dónde ir si están afuera del sistema, ustedes les dieron el Gps. Voilà. Quand je vois ces dessin de Charlie hebdo, j’me dit dommage qu’ils ne soient pas tous hechos mierda, il y a du respect monsieur quand même, no pueden decir lo que quieren insultando a otras razas. Allah es el que tira sobre los que bailan convertidos en cochons. Sobre los diablos. La directora ingresa a poner orden, hablar a los gritos improperios no es de buen francés, es un escándalo en todo el Liceo, no sé llevar adelante una clase, volverá un rector a observar mi desenvolvimiento. Escucho paciente el reto. Perjudico a todo el establecimiento. El sermón decoroso va dirigido únicamente a mí y les fils de putes se cagan de risa en mi cara. Quand je serai tué lors du prochain attentat, en español, cuanod me maten en el próximo atentado, je ne veux ni jesuisceci, ni bougies, ni minutes de silence, ni fleurs sur le trottoir, ni drapeau, ni pleurniches ni les anonymes on ira les buter ces terroristes jusqu´a dans les chiottes ni banderas ni le gars tocando el pianito de Imagine, les batards de morts. Cuando voy a hacerme linchar en el próximo atentado que no haya nada.

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Los campos Elíseos un día antes de Navidad, los trenes de Europa partiendo de la Gare du Nord, el pont Charles au quartier de Malá Strana construido de XIVᵉ siècle, el único puente sobre la Vltava hasta 1741 y las estatuas cubiertas de nieve gris. El restorante en Viena donde comimos 4 chocolate hasta el final, esa tienda popular donde golpeamos la mesa pidiendo un plato, el cementerio destruido en un pueblo en el que lloramos los dos, los caballos sobre nuestras cabezas en una habitación en el Mont Saint Michel, el agua verde crecida sobre nuestros pies, el agua cercando el Monte, la abadía en lo alto, la celda fría de los disidentes, la lista de los guillotinados donde nos buscamos, y ahora mordido por un perro me voy quedando dormido, viejo, los anteojos en la mano y el alma muerta.

Ariana Harwicz

Ariana Harwicz (Buenos Aires, 1977) es autora de las novelas Matatate, amor, La débil mental y Precoz. Además es coautora de Tan intertextual que te desmayás.

Preliminares es la sección donde anticipamos libros que se publicarán en breve, Adelantos que sirven como Preliminares del gozoso acto de encuentro con los lectores en forma de libro, donde la experiencia de lectura se torna verdaderamente material.
La fotografía que ilustra este texto es una instantánea parisina de 1955 del mítico fotógrafo Henri Cartier-Bresson. Toda la información sobre su obra puede encontrarse en http://www.henricartierbresson.org/