Estos cinco poemas inéditos son un anticipo del libro Perdido en el nevado que está a punto de publicar Francisco Garamona en la editorial méxicana Juan Malasuerte. La poesía de Garamona, payador del siglo XXI, es tan impredecible y sugerente como la línea editorial de Mansalva, editorial que él dirige y que ocupa un lugar de referencia para el lector en español.

 

El jarrón vacío, ni una hebra de planta,
no digo flor, ni tallo, ni hoja sola,
en el patio de la rectoría donde los estudiantes
piensan que descolonizar es abandonar el corte taza,
porque los retratos así muestran al almirante.
Capitanes de yates averiados,
frágil escudo en el gabán sin moda.
Fruto tardío de frecuente trola,
amiga de amigos, aunque para mí desconocida.
Sin dimensión del abrazo, ¿cómo medir las adyacentes olas?
Víctimas de frotamientos a deshoras
flotan cadáveres que nadie viene a reclamar.
Un hueso pobre, valiente en su osadía,
que no reclama clavo ni madera,
carpintero de su simple recta,
que fue capaz, simplificado.
No temo al patrón pero sí a su esclavo,
porque del día pierdo su gramaje,
y de la noche entiendo una reyerta que aburre a las mujeres.
Pálida silla donde se sentó el presidente
de un club de aficionados que quería transformar
un juego definido en algo que fuera un poco diferente.
Por qué no inventan venas opacas
donde la sangre no se vea disparada
corriendo al corazón y al suave muslo
de la muchacha que amé y me olvidó.

 

***

Una mochila, pequeña, cuadrada,
hecha para que la lleve una chica siempre
subiendo y bajando de autos veloces
y muchos otros medios de transporte,
recorriendo las provincias, buscándose.
Un papel doblado en ocho pliegues,
indiferente a lo que le escriban encima.
Una capa hecha con un mantel de hule
que da calor pero que sirve
para cubrirse de la lluvia.
Yo te llamo, repito tu nombre entre mis labios…
Soledad del burro que se aplasta un rato
doblado sobre el sueño.
Tendrán un amigo tus ojos como niñas
aferradas de pie contra una valla,
detrás de la montaña inmóvil
cubierta por la nube transitiva,
tendiéndome sus manos simplemente
para que crucemos juntos esa calle.

 

***

A trescientos metros de acá,
sobre la calle Viel,
un rayo cayó de golpe
y dejó un árbol fulminado.
Ya no se sientan los hermanos
bajo su sombra fresca
donde movían las manos, los pies,
los hombros, torpemente,
hacían muecas, se arrastraban
y volvían a su casa sucios
para contarles a su madre una mentira
siempre tonta, incomprensible
mientras ella en la ventana
se sentía cerca y lejos.
Qué rompehuevos los hijos
tras los nidos de jilgueros
munidos con sus gomeras
apuntando entre las ramas
o cada noche en sus camas
abrigados o desnudos
según la estación que hiciera.
Los niños tienen huesos,
cartílagos, tendones,
pulmones llenos de aire inmóvil
y un pequeño corazón.
La madre en sus pensamientos
a veces se pregunta
qué es lo que debe pensar.
(Ahora, una nota del autor:
“Chicas no tengan hijos
salvo que estén muy seguras
y también llenas de coraje
para quedarse solas,
los hombres huyen
en un barco,
en una moto,
en un motivo.
Nunca dejan de ser niños.
Y sabemos que no hay nada más egoísta que ellos.”)
Mamá, mañana vamos juntos
pero vos cruzá sola
que te miramos de enfrente.
En la pianola del bar tocan tu tema favorito.
Estás tan vieja y chiquita
que cuando te mueras
meteremos tu cadáver
en un cajón de manzanas,
tus frutas predilectas siempre.
Mamá, mami, mamita,
¿que vamos a hacer cuando no estés?
Si nunca aprendimos a estar solos.
En una rajadura del cemento
crece un gladiolo,
¿es flor macho o es flor hembra?
Marcos, Federico, Jonás,
vuelvan a casa temprano,
que la tarde está re oscura.
Pongamos la mesa juntos
ya está la sopa cocida.
Y hay papas californianas,
y mucho puré chef.

 

***

La belleza de la vida igualará la de la muerte.
La belleza de la vida igualará la de la muerte.
Si volviera a nacer elegiría lo mismo.
Si volviera a nacer elegiría lo mismo.
Piensa el joven mongol en una frágil cocina
al aire libre, entre nubes de mosquitos
que lo pican en los brazos. Una noche de calor
se entrevé en las marismas de la tarde.
En los campos próximos hay historias
de esclavismo entremezcladas con historias
de obviedad. ¿Pero no serán casi lo mismo?
La lámpara que cuelga de un cable
se mueve bajo el agua y el viento.
Es una lluvia de verano y vos estás cansado.

 

***

Hay una chica que se duerme
envuelta en una manta rosa…
Ay, tantas cosas que olvidé,
pero igual me digo que recordarlas
es parte de lo mismo.
Porque muchas situaciones se entremezclan…
Estos meses pasan de costado,
se persiguen sin llegar a lo que son,
pura estación, pura semilla
que pronto plantaremos en un patio.
Siempre pienso en árboles que tiemblan
fijos en la vecindad de otras especies.
Hoy un amigo me hablaba de un caballo
que era suyo y él había criado
y que se murió en el campo, levemente
como un mueble que se pudre resistiendo su templanza.
Pienso en ese caballo, triste, amiga,
y creo que no hay otro animal ahora
que descifre con nosotros lo que quiera
porque el también fue abandonado
por una vieja tropa que no supo quererlo o valorarlo.
¿Y qué podemos decir de nosotros esta vez?
Que la manta era de seda y que por ella
corría un soplo inextingible de animal muy perezoso
que se mecía para hacerte perder lo que tenías,
lo que guardabas de un miedo original,
sí, suave y tremendo, invalidado
en la parte de sombra de esas ramas
que iban a señalar tu valentía.
Marcia tomó un vino barato que le pintó la boca
de morado. Se limpió con una servilleta imperial
que estaba sola como ella.
La vimos por la ventana siempre limpia del estío,
escuchamos su risa inolvidable.
Pero nos fuimos los dos imperturbables,
tratando de robar una pala
para enterrar nuestros secretos.
(El caballo desnudo se había plegado en un helecho).
Sí, ya sé amor, hace frío en el polvo
que pronto será del aire otra substancia
en los frentes de las casas que nunca habitaremos.
Ahora te digo que con la piel de ese caballo
yo podría si querés hacerte un buen sombrero,
para que me ocultes la mirada.
Porque no quiero ver cuando tus ojos
descubren todo lo que nos separa.

 

Francisco Garamona

Francisco Garamona nació en Buenos Aires en 1976. Es escritor, editor, librero, músico, cantante, artista plástico y últimamente realiza documentales y obras de teatro. Dirige las editoriales Mansalva y Spiral Yetty, además de algunas revistas de publicación esporádica como la “Copiadora manuscrita”, y “La luz artificial”. Desde hace más de una década su librería La internacional Argentina es el punto de encuentro de las aventuras más sublimes y disparatadas. Publicó más de 30 libros en distintas editoriales latinoamericanas. Estos poemas son un anticipo de su próximo libro “Perdido en el nevado” pronto a publicarse en la exquisita editorial Juan Malasuerte de México DF. Grabó 5 discos con sus canciones que se pueden escuchar o descargar gratis en el sitio www.garamona.bandcamp.com

Preliminares es la sección donde anticipamos libros que se publicarán en breve, Adelantos que sirven como Preliminares del gozoso acto de encuentro con los lectores en forma de libro, donde la experiencia de lectura se torna verdaderamente material.
Polisílabos es un espacio dedicado a compartir la mejor poesía que se está escribiendo hoy en castellano y, siempre que sea posible, inédita.
La imagen del matadero abandonado de Villa Epecuén es obra de Juan Viel. Sus fotos de pueblos abandonados de la provincia de Buenos Aires puede encontrarse aquí: http://www.panoramio.com/user/juanviel