Una de las secciones recurrentes de penúltiMa será Plomos. En el mundo de hoy ya no hay manuscritos.  Los escritores no se ven obligados a ceñirse al repertorio estático e inmutable que imponía la máquina de escribir tradicional. El formato de los documentos que sirven como soporte a sus textos ha pasado así a ser un escenario donde pueden rastrearse tanto las manías personales de cada autor como sus más básicas a instintivas propuestas estéticas. ¿Cuándo comienza a trabajar el escritor frente al teclado? ¿Toma notas, escribe frente a la máquina desde el inicio, usa procesadores de textos u otros programas? ¿Cuál es el formato que elige para su texto y por qué lo ha elegido? En el mundo virtual de hoy la página del borrador sobre el que trabaja el escritor acaso sea lo más corpóreo de la literatura, y lo más singular, frente a la producción técnica de los ejemplares de una tirada.

Ricardo Piglia, siguiendo la línea de pensamiento de Walter Benjamin, señaló que la relación entre el autor y su escritura está profundamente mediatizada por los mecanismos que emplea para desarrollarla. No puede ser igual la escritura manuscrita a la realizada con la máquina de escribir, y por extensión no lo es ahora con la generalización del uso de los ordenadores. Sergio Chejfec, discurriendo acerca de su misma percepción del acto de escribir ha confesado: «El procesador de palabras le ofrece un ejercicio de escritura primitivo, que sin embargo por su vigencia tecnológica y por la inmaterialidad de su resultado se torna inesperadamente abstracto. Esa contigüidad entre escritura manual y electrónica es una amenaza para la primera, y ha tenido como efecto paradójico una reconsideración de sus atributos.»

Daniel Guebel
La indiferencia de Daniel Guebel

Preguntado al respecto, Daniel Guebel se muestra, de salida, bastante escéptico con el asunto: «¡¿Qué coño tiene esto que ver con la literatura?!»; y continúa: «A todo esto yo sólo puedo contestar: Yo qué sé».

Guebel no se detiene ni siquiera un momento a elegir unos márgenes o una tipografía determinada al escribir. «Ni me fijo en nada, me siento y escribo. No tengo porqués.» Y así puede verse en sus manuscritos, donde mantiene la fuente tipográfica que durante años ofreció el procesador Word de Microsoft, la Times New Roman, un poco ampliada al formato designado por defecto (14  puntos Didot en vez de los 12 que aparecen en la configuración original de la aplicación) para facilitar una lectura continuada. Hay otra ligera modificación que es el doble espacio tan habitual en las exigencias de concursos o editores para dar más espacio a las correcciones o necesarias anotaciones en las copias impresas. Tampoco hay modificaciones especiales en lo tocante a los márgenes de la página. Puede apreciarse uno más amplio a la izquierda y el resto casi mínimos, tal y como están configurados de modo automático en el programa. Acaso la única singularidad de los originales de Guebel sea la aparición de los números de página tanto en la parte superior como en la inferior de la derecha de la página, posiblemente para facilitar las búsquedas de pasajes o de determinadas correcciones.

Los originales de Daniel Guebel

No le preocupa mucho a Guebel el asunto del diseño de la página en la que escribe. Confiesa no tener hábito tipográfico alguno. Es más, lo coloca como algo ajeno en sí a la creación literaria «Es algo… fuera de la literatura.» E, incluso, cuando se le insiste no duda en explicitar que le parece una preocupación absurda, «como esas lecturas de Cortázar que dividía a la gente entre quienes apretaban el pomo del dentífrico por la mitad y los que lo hacían prolijo desde la base.»

«Yo no confío en nadie, ni en mi mismo, pero me acostumbré a aceptar que no gobierno todos los puntos del Universo. Todo aquello que excede al acto mismo de la escritura me parece decepcionante comparado con el momento inicial.» De hecho, para Guebel, todo lo tocante a la materialidad tipográfica de la escritura le parece que concierne sólo al producto final, el libro, y por lo tanto lo deja en manos de los responsables de hacer circular el texto ya impreso. «La edición corre por cuenta de la editorial, el escritor ni arte ni parte.»

Los originales de Daniel Guebel

Ni siquiera acosándolo de modo reiterado llega Guebel a sentir un mínimo interés por este tipo de elecciones estéticas. Ni aun señalando que pueden ser el escenario donde salen a relucir las neurosis de los autores. «Francamente, no quiero ofender, pero jamás leería nada sobre las manías de un escritor. No me importan.»

Daniel Guebel es novelista, guionista, dramaturgo y periodista. De entre su nutrida producción pueden destacarse Carrera y Fracassi (2006) o Derrumbe (2007). Su último libro publicado es la ambiciosa novela El absoluto , publicada en 2016 en Random House Argentina y que Random House España distribuirá en Marzo de 2017.