Pocos asuntos tan controvertidos en la España actual (este reality de bajo presupuesto que sufragamos con nuestros impuestos) como el del comunismo. Contempla uno desde la barrera auténticas atrocidades, desde la asociación automática de «comunismo» con «estalinismo» hasta la mucho más habitual demonización de cualquier horizonte comunista desde las filas de los feligreses del capitalismo más exacerbado. Más que un ¿Qué hacer? o un Manifiesto comunista, andamos necesitadísimos de un poco de cultura, y cuando digo todos digo todos, desde los que llevan la toga y pretenden meter en la cárcel a alguien por ser «antifascista» (nadie les explica a los de la toga que meter a alguien en prisión por ser antifascista es ser fascista, ergo franquista, y luego andan diciendo que no son la extensión de los cuarenta años del glorioso Alzamiento) hasta los vecinos de barrios proletas que piensan que el comunismo no puede llevarse a la práctica porque «nadie les va a quitar las mansiones a los ricos para que nos metamos nosotros». Qué poco se sabe del comunismo, qué poco se sabe en general de todo, para paliar un poco la incultura llega un libro fundamental, La historia truncada del Partido Comunista de España. Desde su fundación hasta la consolidación del estalinismo, escrito con rigor e inteligencia por un historiador de primer orden, Pelai Pagès i Blanch, que es ahora reeditado por Libros Corrientes y puesto a la disposición del respetable que quiera hacer esa cosa tan poco de moda que es culturizarse un poco. Aquí les dejamos como adelanto la nota de la editorial, el prólogo de la primera edición del libro que escribió Juan Andrade y otro, realizado por el propio autor, con la excusa del centenario del Partido Comunista de España. Delicatessen, se lo prometemos.

 

Nota corriente

El presente libro no contiene una historia incompleta; sí, una historia truncada. Es la historia del Partido Comunista de España desde el momento de su fundación hasta la época en la que dejó de servir a los fines para los que, precisamente, fue fundado. Una historia breve: de no más de diez años, por ser generosos.

Su nombre original fue «Partido Comunista de España (Sección Española de Internacional Comunista)». Es decir, que surgió para responder a la convocatoria que el partido de Lenin había hecho en 1919 de constitución de una red en favor de la creación de una «república soviética internacional» y, por tanto, su existencia tuvo sentido mientras lo tuvo la misma Tercera Internacional, es decir, hasta que Stalin logró tomar el control completo en abril de 1929, con la expulsión de Bujarin, y se pasó de la vocación internacional a lo que se conoció como «socialismo en un solo país» (con todo, la Internacional siguió formalmente operativa hasta mayo de 1943, cuando fue oficialmente disuelta con la excusa de la suficiente madurez de los partidos comunistas nacionales).

La historia de estos diez cortos años, que en España coincidieron con el final de la dictadura de Primo de Rivera, es la historia de la derrota de la revolución dentro de las filas del mismo comunismo. Lo importante es que no se trató de un fracaso teórico, como se escucha habitualmente, sino, estrictamente, de una derrota: de la exclusión y liquidación física de miles de revolucionarios. Y una derrota no afecta para nada a la legitimidad de las ideas.

Lo grave no es solo que el estalinismo lograra, manu militari, imponer su primacía jerárquica en los aparatos comunistas, sino que realizara una completa suplantación de identidad, borrando del mapa ideológico los horizontes originales del marxismo para poner en su lugar otros horizontes por completo ajenos, y hasta opuestos, a las ideas de Marx y el movimiento obrero internacional. La guerra civil española es un momento idóneo para comprobar cómo el PCE cumplía ya un papel estrictamente contrarrevolucionario. Así se explicita teóricamente, por ejemplo, en una carta que en 1936 enviara el gobierno de Stalin a Largo Caballero y, en la práctica, en la purga de revolucionarios del POUM —pero no solo del POUM— que llevaron a cabo.

De ahí hasta nuestros días es más difícil encontrar a un marxista afiliado a un partido comunista que a un nacionalista, a un católico, a un fisiócrata o hasta a una variedad de místicos humanistas de diverso pelaje. Eso sí, tan difícil como encontrar a un marxista es encontrar a alguien que se declare heredero del estalinismo. Y, en su mayor parte, no por pudor o afán de clandestinidad, sino por puro convencimiento. Y es que esa forma de borrar sus propias huellas ha sido la condición de posibilidad de supervivencia de las cúpulas de unos partidos cuyo miedo a la autoemancipación del movimiento obrero no era menor que el que tenían otras ideologías supuestamente antagónicas.

Cuando se llama marxistas a los partidos comunistas y de izquierda actuales se comete una injusticia, pero con el mismo marxismo, que es el que peor parado sale con la adjudicación. Historias como esta de Pelai Pagés, libros como el suyo, nos lo recuerdan.

 

Prólogo de Pelai Pagès i Blanch

A cien años de la fundación del Partido Comunista de España

En noviembre de 2021 se cumplen cien años de la fundación del Partido Comunista de España. Fue un acontecimiento hasta cierto punto histórico, en la medida en que, como sucedía en el resto de Europa y en otras partes del mundo, el PCE había surgido del triunfo de la Revolución rusa de octubre de 1917 y con la expectativa de que la insurrección que habían llevado a cabo los bolcheviques rusos fuera el primer episodio de un movimiento que debía extenderse por toda Europa y por el resto del mundo. El socialismo tenía que ser un nuevo sistema de organización económica, política y social, alternativo al capitalismo, pero que solo se consolidaría si alcanzaba un carácter universal. De aquí que una de las primeras decisiones que adoptaron los bolcheviques rusos había sido la creación de una nueva Internacional —la Internacional Comunista o Tercera Internacional— cuya función tenía que ser, justamente, organizar la revolución mundial. Mientras, la dirección del proceso revolucionario en cada país recaería en los partidos comunistas.

En España, al igual que ocurrió en otros países, en un año aparecieron dos partidos comunistas, que reivindicaban la misma herencia: en abril de 1920 las juventudes del Partido Socialista, muy radicalizadas, crearon el Partido Comunista Español, al cual pronto se le llamó «el partido de los cien niños», por la juventud de sus militantes, y, un año después, en abril del 1921, los denominados «terceristas» —partidarios de la Tercera Internacional dentro del PSOE— crearon el Partido Comunista Obrero. Eran dos organizaciones políticas que muy pronto se enzarzaron en una dura polémica que solo consiguió frenar la intervención de los delegados de la Internacional Comunista, hasta el punto de que su mediación fue definitiva para que, en noviembre de 1921, acabasen unificándose para crear el definitivo Partido Comunista de España.

A partir de este momento, sin embargo, las disensiones en su seno continuaron. Es así que, si contemplamos la historia de los últimos cien años, nos encontraremos ante un Partido Comunista que ha pasado por etapas muy diversas y ha defendido opciones políticas poco menos que contradictorias. De hecho las discrepancias en su seno no tardaron en aparecer, hasta el punto de que se concretaron en expulsiones y abandonos, en algunas ocasiones multitudinarios. Y, a partir de la introducción del estalinismo, y hasta la muerte de Stalin en 1953, la subordinación de la política del PCE a la URSS fue total. Tuvo que producirse la invasión soviética de Checoslovaquia, con motivo de la primavera de Praga de 1968, para que se iniciasen las primeras críticas contra la política seguida por la URSS y se produjese un cierto distanciamiento de la Unión Soviética. Eran los años del denominado eurocomunismo, que, en cualquier caso, tampoco evitó, más bien todo lo contrario, que aflorasen nuevos disensos, en este caso provocados por el maoísmo chino. Al iniciarse en España la transición, tras la muerte de Franco, el PCE —que estaba jugando un importante papel en la oposición durante los últimos años del franquismo— se adaptó muy pronto a la reforma que propugnaban los franquistas reciclados dirigidos por Adolfo Suárez. Y fue entonces cuando Santiago Carrillo —que era el secretario general del PCE— pronunció aquella frase según la cual «dictadura, ni la del proletariado», pero ello no le evitó que pocos años después fuese expulsado de su cargo e incluso del Partido.

La trayectoria del Partido Comunista de España ha sido, pues, una historia llena de claroscuros, que seguramente muchos querrán esconder con motivo de su centenario. Pero es evidente que, al margen de la interpretación que se quiera dar a la historia, los hechos reales son los que son y, como decimos los historiadores, son muy tozudos y se pueden interpretar de manera diversa, pero en ningún caso se pueden cambiar.

El libro que prologo tiene su origen en la tesis doctoral que presenté en septiembre de 1975 en la Universidad de Barcelona y que se centra en las disidencias comunistas en el seno de la Tercera Internacional y en la creación e historia de la Izquierda Comunista de España. Fue publicada en dos libros separados: por una parte, en 1977 la editorial Península publicó El movimiento trotskista en España (1930-1935) y, en 1978, la editorial Hacer publicó la primera parte con el título Historia del Partido Comunista de España (Desde su fundación en abril de 1920 hasta el final de la dictadura de Primo de Rivera, enero de 1930). De hecho, el libro que el lector tiene entre manos es una versión revisada y actualizada de esta última publicación. En ella trato del impacto que tuvo la Revolución rusa entre los obreros españoles —tanto entre los socialistas como entre los anarcosindicalistas—, de la creación de los dos partidos comunistas mencionados, de su fusión y de las discrepancias que muy pronto surgieron en su seno, hasta la consolidación del estalinismo y las primeras expulsiones. De hecho, como indica el título de la primera edición del libro, la historia llega hasta finales de la dictadura de Primo de Rivera, en un momento en que está a punto de sucumbir la monarquía de Alfonso xiii y de proclamarse la Segunda República.

Fueron años —prácticamente un década— en los que el PCE pugnó por penetrar entre la clase obrera española e influenciarla, cosa que, en buena medida, no consiguió. Las discrepancias y, en algunos momentos, también la política que desarrolló y, a partir de septiembre de 1923, la imposición de la dictadura de Primo de Rivera, lastraron su historia hasta el punto que tuvo que esperar a la guerra civil, en un contexto muy diferente, para que cambiase su situación.

He querido mantener la «Introducción» que en aquel entonces me escribió Juan Andrade (1897-1981), uno de los fundadores del primer Partido Comunista Español, no solo por las aportaciones que en su momento hizo y que siguen vigentes, sino como un acto de homenaje a un político, a un pensador y a un dirigente que a lo largo de toda su vida fue muy coherente con sus ideas y con su comportamiento personal. Hasta el punto de que, su fallecimiento, el 1 de mayo de 1981, adquirió en su día un claro simbolismo. Sirva su aportación, y también la de su compañera Mª Teresa, como homenaje a todos aquellos y aquellas militantes del PCE que creyeron, sin ambages ni ataduras de ningún tipo, que el marxismo que defendían era un proyecto de liberación para conseguir una sociedad más libre, más justa y más igualitaria.

Agosto de 2021

 

Introducción de la primera edición de Juan Andrade

Durante la larga y tenebrosa noche del franquismo se produjo, con el movimiento obrero español, una situación a la vez paradójica y contradictoria: mientras el poder se esforzaba, a sangre y fuego, por acabar con el menor brote de organización social, después de creer que había arrancado de cuajo o descuajado toda semilla que diera lugar a un nuevo arraigo, en el campo de la literatura se iba produciendo, poco a poco, una floración de la bibliografía histórica del movimiento obrero en general, de la que carecíamos en gran parte, preparando así a las nuevas generaciones socialistas en el ejemplo de sus antepasados y facilitándoles una experiencia útil, para deducir ahora las consecuencias y enseñanzas. De hecho, aunque no fuera siempre la pretensión de los autores, era una manera práctica de mantener viva la llama y de cubrir el vacío, que casi insensiblemente se ha ido llenando.

Porque no puede negarse que la bibliografía de la historia política y social del movimiento obrero español era muy escasa, y que aunque se ha enriquecido mucho y es cada año más abundante, no se ha completado todavía en algunos de sus aspectos.

Dicha bibliografía se reducía, en lo referente al Partido Socialista Obrero Español hasta, 1936 principalmente a Historia del socialismo obrero español desde sus primeras manifestaciones hasta nuestros días de Francisco Mora, que, editado en 1902, estaba agotado desde hacía mucho tiempo, y no comprendía, por tanto, la época del gran desarrollo del movimiento socialista; todas las obras de Juan José Morato, sobre todo La cuna de un gigante: : historia de la Asociación General del Arte de Imprimir, que tuvo una pequeña tirada a un precio elevado para aquellos tiempos, por lo cual no alcanzó mucha difusión; Notas sobre el movimiento obrero español, editado en 1916, y algún otro título de recuerdos personales de militantes que se limitaban al período en que políticamente actuaron. Evidentemente, era poca cosa para un partido que tenía ya una larga vida y muchas cosas que contar en 1936.

El largo período de emigración de que disfrutamos muchos fue muy duro, sobre todo en los países europeos, para poderse dedicar a la investigación y la historia sin disponer de las fuentes documentales. Solo los que habían podido salvar sus archivos, o una parte de los de su partido o de la organización sindical, se encontraron en condiciones de emprender semejante tarea. Así sucede con las obras consagradas por Amaro del Rosal a la Unión General de Trabajadores y al movimiento sindical en general, y las de Andrés Saborit, principalmente la dedicada a Julián Besteiro, que, aunque biográfica, a través de su persona y actuación es un largo período de la organización sindical y del Partido lo que historia. Hay que añadir, igualmente, el libro de Zugazagoitia sobre Pablo Iglesias.

Ha sido durante el franquismo cuando se han desarrollado más los estudios sobre el Partido Socialista Obrero y su actuación durante lo que va de siglo, sobre todo los libros debidos a profesores, que han añadido anotaciones a la historia del socialismo español que casi se desconocían porque no se habían desarrollado hasta entonces por los militantes que habían escrito sobre el tema. En la emigración aparecieron también algunas obras (Indalecio Prieto, Zugazagoitia, Largo Caballero, etc.), dedicadas esencialmente a salvar los autores sus responsabilidades durante la guerra en la política que se siguió por el gobierno del Frente Popular. Pero aunque dichos libros tienen un cierto interés para explicar la conducta personal seguida por los autores, precisamente por eso mismo no son enteramente veraces, aunque haya que tenerlos en cuenta como una explicación. En realidad, ahora la historia del Partido Socialista se puede reconstruir, sobre todo a partir de la implantación de la República en 1931, a través de las tesis y de los estudios, muy trabajados y casi siempre objetivos, de profesores más o menos imparciales, o por lo menos con el propósito de serlo. Sin embargo, no se dispone todavía de un estudio serio y responsable de todo el proceso del socialismo pablista, netamente obrero, frente a la socialdemocracia ministerialista, de abogados y profesores, de las principales secciones europeas de la Segunda Internacional.

Algo parecido ha ocurrido en lo referente a la bibliografía del anarquismo y sindicalismo militante. Antes de 1936, se contaba con algunos textos de base de Max Nettlau y con El Proletariado militante, de Anselmo Lorenzo en lo que se refiere al anarquismo específico; y en lo que se refiere a la CNT, a pesar del corto período que comprende, el imprescindible libro de Manuel Buenacasa, concreto y honrado. Por otra parte, por haber vivido en una situación de ilegalidad casi constante, no se quiso conservar correspondencia, actas o notas que hubieran servido de información a la policía, es decir, que no se conservaban archivos y generalmente se ha tenido que acudir a la memoria para reconstruir históricamente el desarrollo de la organización. Como característico de esta falta de documentación fidedigna y detallada tenemos el ejemplo de que no está todavía determinado con certeza en qué playa de la costa de Valencia (El Saler, Tremolar, Malvarrosa o el Cabañal) se celebró la reunión, en 1927, de grupos anarquistas para la formación de la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

En la emigración española de 1939, de Francia e Hispanoamérica, se han editado diversos textos, de un valor muy desigual, dedicados principalmente al período de la guerra civil, entre los que destacan principalmente, por su extensión, los tres tomos de José Peirats titulados La CNT en la Revolución Española, texto demasiado amazacotado, sectario y parcial, pero con mucha documentación no explotada inteligentemente. Con respecto a la actuación de la CNT y la FAI también tienen interés informativo los libros publicados por Abad de Santillán en Argentina, y otros menores editados también en el extranjero por exiliados. Es de esperar que cuando todos los abundantes archivos de la CNT y la FAI de la Biblioteca de Historia Social de Ámsterdam estén a disposición de los investigadores, alguien pueda hacer el estudio de conjunto del movimiento libertario y cenetista desde la fundación de ambos y principalmente durante la guerra civil, cuando sus concepciones fueron sometidas a la prueba de la realidad.

Desde hace ya más de quince años se han ido editando obras de profesores, producto en general de tesis, y siguen editándose otras, todo lo cual, en su conjunto, forma una bibliografía bastante completa, con su misma variedad, de toda la trayectoria del anarcosindicalismo español.

Hasta 1936, el Partido Comunista no había adquirido la suficiente importancia y volumen para que alguno de sus dirigentes más significativos se decidiera a contar sus peripecias, crisis y desarrollo. Además, el intentarlo entonces no era nada fácil porque la situación de ilegalidad constante no permitía llevar notas o actas que alimentaran la curiosidad de la policía, como resultado de sus frecuentes detenciones y registros. No se formaban archivos de documentos ni se conservaban copias de la correspondencia. Las referencias de que se podía disponer se limitaban a los periódicos del partido, que tampoco eran muy explícitos en cuanto a los problemas interiores y eran muy parcos en anunciar nombres.

Que yo recuerde, en el período 1920-1936, las dos únicas obras aparecidas que hacen relación al Partido, más o menos directamente, son: Las nuevas sendas del comunismo, 1921: tesis, acuerdos y resoluciones del III Congreso de la Internacional Comunista, de Eduardo Torralba Beci, publicada en 1921, en que con un estilo periodístico y anecdótico en su primera parte, se da un ambiente vivido y sus personajes; también en Memorias de mi amigo Óscar Perea, por Óscar Pérez Solís, este, siendo un renegado y un converso del Padre Gafo, tratando de justificar su gran viraje, intenta cubrir de lodo a casi todos los que fueron sus camaradas del Partido. Pero también, como en la obra de Torralba Beci, da referencia de hechos que constituyen igualmente capítulos de la historia interna del Partido.

Durante la guerra civil, hizo su aparición la Historia del Partido Comunista de España del polizonte Eduardo Comín Colomer, escritor anticomunista patentado; obra que, con sus dos grandes tomos, constituye un amasijo de todo lo que la Dirección General de Seguridad tenía en sus fichas y archivos, y gran reproducción de artículos de La Correspondencia Internacional.

En 1967, José Bullejos, exsecretario general del Partido, publicó en México La Comintern en España: recuerdos de mi vida, libro no exento tampoco de interés, porque a través de él, Bullejos daba a conocer el proceso interno por medio del cual en 1932 su equipo dirigente fue excluido brutalmente de la dirección del Partido, y como a través de Dolores Ibárruri se privó al Partido de su libre autodeterminación, que había defendido resueltamente hasta entonces, y pasó a depender exclusivamente de la voluntad de los delegados de Moscú.

Eduardo Castro y Jesús Hernández, que fueron durante la guerra civil altos mandatarios del Partido, publicaron también en México sus memorias, más bien libelos personalistas sin verdadero valor histórico, en los que más impera la ambición decepcionada que la sinceridad y honradez políticas.

En 1960 se publicó en París una Historia del Partido Comunista de España, redactada por una comisión del Comité Central del Partido, presidida por Dolores Ibárruri, «historia» centrada principalmente en una apología del Partido durante la guerra civil que carece de todo valor histórico objetivo, como sucede igualmente con el resumen de esta misma historia firmada por Dolores Ibárruri y con sus propias Memorias. Lo mismo sucede en la parte dedicada al Partido Comunista de la obra El movimiento obrero en la Historia de España, de Tuñón de Lara, en la que el autor, más que como historiador, se distingue como encomiador «del partido», y principalmente de Dolores, es decir, «estaliniza» toda la historia o, más claramente dicho, la falsifica.

Pelai Pagès pertenece a la escuela de jóvenes profesores que, ya incluso en la última época del franquismo, en medio de mil dificultades, están dedicados a estudiar el movimiento obrero español en sus distintas modalidades y diferentes etapas. Pero como historiador no ha buscado la facilidad y ha preferido llenar el vacío que existía sobre militantes y movimientos que tuvieron un gran impacto en su época, y de los que se reclaman actualmente las jóvenes generaciones de marxistas revolucionarios.

Pagès es autor ya de Andreu Nin, su evolución política (1911-1937) y de El movimiento trotskista en España (1930-1935), además de estudios en revistas de historia y de prólogos de ciertos textos históricos. Todos sus textos se distinguen por un gran rigor de interpretación, y también porque a pesar del escrúpulo de la información en que están inspirados todos sus trabajos, su pensamiento no es nunca indiferente a los hechos que relata, pero sin dejarse dominar por su propio criterio crítico.

Este libro es, de hecho, la primera seria aportación al estudio de la historia del Partido Comunista de España, tan llena de sacrificios y heroísmos, pero también, incluso, de vilezas durante el bochornoso, triste y largo período del estalinismo, en el que la obediencia a Moscú hizo al Partido cometer crímenes monstruosos de los que todavía no parece arrepentirse oficial y totalmente.

Estas líneas preliminares desearía que fueran solo como un aval de honradez y lealtad tributado a Pelai Pagès por un veterano que ha vivido directamente lo mejor y lo peor de esta historia que Pelai Pagès relata con la objetividad del historiador honesto y documentado.

París, agosto de 1977

 

Pelai Pagès i Blanch es historiador, profesor de la Universidad de Barcelona y antiguo militante del POUMDesde su misma tesis doctoral, ha dedicado un esfuerzo ímprobo a historiar las vicisitudes del movimiento obrero en España, dedicando al tema prácticamente toda su atención. De entre su multitud de publicaciones, nos podemos limitar a citar los siguientes libros, algunos traducidos al francés y al inglés: Els maquis. La resistència armada contra el franquisme (1936-1939) (2020); Perseguint Andreu Nin (2019); Víctor Segre. La conciencia de la Revolución (con Gutiérrez-Álvarez, 2017); El sueño igualitario entre los campesinos de Huesca: colectivizaciones agrarias en la Guerra Civil (1936-1938) (2013, traducido al francés en 2019); Andreu Nin, una vida al servicio de la clase obrera (2011); Cataluña en guerra y en revolución: 1936-1939 (2007; traducido al inglés en 2015); El Consell d’Economia de Catalunya (1936-1939): revolució i contrarevolució en una economia col·lectivitzada (2006); Aquella guerra tan llunyana i tan propera (1936-1939): testimonis i records de la Guerra Civil a Catalunya (2003); La presó Model de Barcelona: història d’un centre penitenciari en temps de guerra, (1936-1939) (1996); El movimiento trotskista en España (1930-1935): la izquierda comunista de España y las disidencias comunistas durante la segunda república (1977) o Andreu Nin: su evolución política (1911-1937) (1975). A su vez ha dedicado un considerable esfuerzo a dar a conocer, editando y traduciendo, la obra de Andreu Nin y Victor Serge. Mantiene un blog en activo: Història, present i futur [pelaipages.blogspot.com].