Está a punto de llegar a las librerías el libro de Ismael Orcero, y la gente de Boria Ediciones ha tenido el gesto para con los lectores de penúltiMa de ofrecer un adelanto exclusivo para conocer por dónde va esta recopilación de relatos breves surgida de una de las poblaciones más volcadas con este género en España: Molina de Segura.
Todas las casas vacías, en su interior, guardan un aura que pertenece al Más Allá. Es un aura espectral, formada por las voces de los fantasmas de esas vidas pasadas que antes estuvieron allí.
Cuando llegamos a este piso las comenzamos a oír como un rumor. Se dejaban sentir a sus anchas cuando nos íbamos a dormir y festejaban nuestra ausencia las noches que salíamos a cenar o nos marchábamos de vacaciones.
A los pocos días de llegar nos dimos cuenta de que esa presencia envolvía las paredes más allá de las ventanas. Se había derramado por la fachada hasta llegar al resto de viviendas deshabitadas del edificio, alcanzando a las que estaban a medio hacer en mitad de los solares que tenemos frente a nuestra ventana. Esta invasión se había extendido gracias a que la maquinaria y el hormigón se quedaron vacíos de trabajadores por las plagas de miseria que trajo la crisis. Allí vimos aquellas construcciones de ladrillo desnudo, día tras día, envueltas en una niebla amazónica, como esos templos dedicados a dioses antiguos y animales imaginarios.
Con el paso de los días fuimos sacudiendo las habitaciones de esas magias, vaciamos los armarios de voces e instalamos con cada cuadro que colgamos la rutina de nuestro calendario. Después, en este piso, comenzamos a reír, llorar y brindar.
Y ahora que nos vamos, nuestras voces se sumarán también al vacío de la casa. Pasaremos a formar parte de esa legión de fantasmas que, con cada ausencia, toma cada rincón.
El día que nuestros caseros nos dijeron que iban a vender el piso y nos teníamos que marchar, sentimos la tristeza de quien deja algo inacabado. Aquí empezamos la historia con el primer párrafo de una novela que se lee a la vez que se escribe. Como todos los párrafos, al principio de una narración, éste no deja de ser incierto, con pasos confusos, con varias vidas que explorar a través de su argumento.
Llegamos con cuatro cosas hace seis años para, ahora, empaquetar cuarenta. Llegamos con dos vidas y nos marchamos con una. Sin embargo, no es la que nos gustaría llevar con nosotros. Habíamos llegado ilusionados y en estos días tenemos una sonrisa a medias.
Hace una semana encontramos las fotografías de la casa en el escaparate de una inmobiliaria, como el rostro de un forajido, con su recompensa debajo. Y al cabo de unos días, hechos de la misma masa espectral que las voces de un piso vacío, hemos comenzado a recibir visitas de compradores. Asaltan, invaden y opinan como si fuéramos maniquíes del diorama de un museo. Imaginan sus vidas en la nuestra, interrumpen los caminos que trazamos entre los muebles de nuestro salón y preguntan por el precio de éstos, con la idea de que los vayamos a malvender.
Nosotros sonreímos gracias a una cirugía invisible de costuras imaginadas para tapar las marcas que dejan esas palabras. Aquí empezamos con ese párrafo incierto, al que fuimos añadiendo líneas sin enmendar, sin cambiar ni una sola palabra. Por eso sonreímos de manera amarga, aunque su invasión sea como una agresión contra ese libro que aún no hemos terminado.
Después, cuando se van, se queda ese vacío fantasmal del que ya formamos parte. Ese vacío que dejan las habitaciones extrañas y los muebles ajenos. Huimos entonces de las ausencias, de los deseos de lo que pudo ser y no fue. Empezamos a empaquetarlo todo y recogemos cada fotografía, para nuestro álbum de recuerdos.

Ismael Orcero Marín nació en Cartagena en 1978 y actualmente reside en Molina de Segura. Trabaja como ingeniero técnico naval y con sus cuentos ha sido finalista y ganador de varios premios literarios. Es autor del libro de cuentos El fin del mundo (2018), publicado también por Boria Ediciones, de la novela juvenil Historias de una ciudad inundada (2018) y de la novela corta El tesoro de Jacinto Montiel (2019). Además, ha publicado en revistas literarias como la revista Fábula de la Universidad de la Rioja (2002 y 2003) o la revista digital Spoonful (2013).
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